Comprender el vínculo madre-hijo

Se supone que todas las madres establecen un vínculo afectivo natural con su bebé, pero los bebés también están predispuestos a buscar un fuerte apego con usted. Los bebés buscan seguridad y nosotros queremos dársela. Los bebés nacen listos para amar y ser amados. Para la mayoría de los padres es un instinto natural querer a sus hijos, pero también instalar en ellos el conocimiento intrínseco de que son adorables, que es la base de la autoestima.

Pero a pesar de la firme intención de establecer un vínculo afectivo, los padres primerizos pueden inquietarse por ello, sobre todo si son propensos a la ansiedad. Ser padre es, sin duda, el trabajo más duro del planeta, pero uno que aporta tanta alegría y satisfacción. El trabajo no viene con un manual de formación, pero la teoría del apego y el enfoque de la Crianza Positiva nos animan a considerar a los niños como nuestro manual de instrucciones, ya que desde el momento en que nacen son capaces de decirnos mejor que nadie lo que necesitan. Por encima de todo, necesitan cariño. El cariño es estar "en relación" con el otro y ser capaz de sintonizar con las necesidades emocionales del bebé.

Estar "en relación" es una respuesta momento a momento a las necesidades de nuestro bebé, lo que se denomina La Danza de la Sintonía. Es un sistema de sincronía emocional, un ir y venir de pequeñas interacciones de miradas faciales, arrullos y balbuceos, así como de alimentación y cambio de pañales. No puede haber apego sin sintonía, es la piedra angular de la relación y empieza en el útero.

La sintonía alimenta un corazón hambriento y crea un anclaje fuerte como base segura para introducir a tu hijo en un mundo de confianza porque respondes a sus señales, lo que permite al niño asumir riesgos y crecer como una persona sana y emocionalmente equilibrada.