Del silencio a la fuerza: El viaje de transformación de Shiny

El reto

Cuando conocí a Shiny, era el tipo de alumna a la que uno podría pasar por alto fácilmente, no porque le faltara potencial, sino porque hacía todo lo posible por pasar desapercibida. Callada, retraída y visiblemente ansiosa, se sentaba en un rincón de la clase como si tratara de replegarse en las sombras. Su lenguaje corporal hablaba más alto que las palabras: No te fijes en mí.

El efecto

La ansiedad de Shiny era algo más que nerviosismo: era inmovilizadora. Incluso la actividad interactiva más sencilla, pedir a los alumnos que compartieran lo que les hace felices, desencadenó en ella una angustia visible. Intentó ocultarse, temiendo que le pidieran que hablara. Cuando se le acercaba suavemente, estaba al borde del pánico. Su autoexpresión se limitó a una sola palabra susurrada: "Naturaleza". Aunque su respuesta fue suave, encerraba un significado, una pequeña ventana a su paz interior. Sin embargo, incluso después de hablar valientemente ante la clase con mi apoyo, su sistema se vio desbordado y sufrió un ataque de pánico. El miedo a la visibilidad la había encerrado en un caparazón herméticamente protegido durante tanto tiempo que incluso un pequeño paso fuera de él era valiente y costoso.

Solución

Empowering Shiny empezó por crear un espacio de seguridad emocional y confianza. Evité ponerla en un aprieto y me acerqué a ella con delicadeza, invitándola a compartir conmigo una sola palabra. Este sutil reencuadre redujo la presión del rendimiento e hizo que la tarea pareciera factible. Cuando susurró "Naturaleza", validé su respuesta y amplié cuidadosamente la interacción, preguntándole qué le gustaba de ella. Su respuesta, "encuentro paz", fue una puerta a la conexión.

Para favorecer aún más su crecimiento, la invité a pasar al frente de la clase asegurándole: "Estaré a tu lado" Mi presencia física y emocional la ayudó a sentirse contenida cuando se puso delante de sus compañeros. Utilicé la curiosidad de la clase como puente y Shiny repitió valientemente su respuesta. Sus escalofríos empezaron a remitir y los aplausos de la clase se convirtieron en una poderosa señal de ánimo.

Después, me quedé a su lado durante la liberación emocional, replanteando la experiencia como un acto de valentía y no de miedo. Este momento de compasión marcó el inicio de su transformación.

Con el apoyo constante y el refuerzo positivo a lo largo del tiempo, Shiny pasó del silencio a la fortaleza y, finalmente, dirigió su presentación final con confianza y gracia.

Resultado

" Muchas gracias mam....no puedo estarte mas agradecida la experiencia me hizo llorar de felicidad.. gracias por todo"