¿Está atrapado en el paradigma del pensamiento "a dieta"?

Como dieter yo-yo en serie, estaba acostumbrada a hacer una dieta rápida para perder unos 5 kilos un par de veces al año. Me parecía normal. Había crecido siguiendo el modelo de "ponerse a dieta" y me había creído ese paradigma desde la adolescencia.

Pero cuando empecé a dar clases a los 30 años, no pude mantener esa pauta. Estaba demasiado cansada y no podía sentirme malhumorada y sin fuerzas en una clase de adolescentes. Así que la mayoría de las veces dejaba la dieta para "mañana".

Cuando lo intentaba,me rendía y me reprendía. Cuando pasé de la talla 8 a la 18, estaba desesperada. Me obligué a hacer dieta. Perdí algo de peso. Pero volví a engordar. Y me culpaba a mí misma.

Pero entonces empecé a estudiar PNL.

Aprender PNL te obliga a ser más consciente de ti mismo. Cuando practicas las técnicas, te hacen preguntas para descubrir tus estrategias, por ejemplo: ¿Qué pasa antes? ¿Qué ocurre después? ¿Y hay algo más?

Con esas preguntas, empecé a desentrañar mis hábitos, los pensamientos que impulsaban mis comportamientos y que me hacían engordar.

La primera observación, y clave, fue mi hábito al final de cada jornada docente. Me daba cuenta de que estaba cansada y me preparaba un café. Mientras esperaba a que hirviera la tetera, miraba los hermosos pasteles que mi equipo había preparado y dejado junto a la tetera y pensaba: "Esto me hará sentir mejor". Por supuesto, lo hacía, brevemente, por el subidón de azúcar, y luego me daba un bajón. Y con el tiempo, engordaba.

Utilicé la herramienta de PNL llamada "Swish" para cambiar ese pensamiento por "quizás más tarde". Y no volví a comer un trozo del pastel junto a la tetera. De hecho, perdí 15 libras en seis meses sin hacer dieta.

Desde el punto de vista de la motivación, no había privaciones. Y tuvo un efecto en cadena: mi cerebro se confundía cada vez que iba a tomar café y tarta. Me quedaba mirando el pastel y no me interesaba, o simplemente me parecían "bonitos". Rara vez elegía comer tarta. Sigo sin hacerlo, salvo en ocasiones especiales, e incluso entonces, no es la atracción que era.